domingo, 28 de marzo de 2010

Claro de Luna
Prólogo
En ese instante de mi vida vi como todo lo que había hecho pasaba ante mis ojos; mi madre y mi hermano, todos ensangrentados con múltiples cortaduras hechas por un cuchillo el cual lo llevaba empuñado en mi mano derecha. Y porque lo hice?, porque estaba aburrida, tenía que hacer algo para divertirme, y claro que me divertí, ver como su sangre sola a borbotones fue lo más excitante que haya visto en mi vida, y aumentó más la excitación cuando me suplicaban que no lo hiciera, al final bebí de su sangre, bebí hasta la última gota que había en sus cuerpos. Y así es como empezó la leyenda de la primera mujer vampiro.

Claro de luna
Primer encuentro
Riley se encontraba al otro extremo de la ciudad en busca de su único amor. Aneka. Ella huía de la policía al haber sido acusada por asesinato en su familia. Aneka le había mandado un e-mail diciéndole en donde se encontraba. En el olvidado puente de Virgina. Ahí es donde se ocultaba desde hace dos meses. Cuando Riley llegó no encontró nada. Solo se veía una silueta entre las sombras.
-Hola?- preguntó Riley

-RileY- dije entusiasmada- as venido!-

-¿Qué esperabas? ¿Qué te abandonara?-

Yo solo me limite a sonreír

-Aneka?-

-Si?-

-Te amo- dijo Riley

Era la primera vez que me lo decía. Me sentía tan feliz pero a la vez tan sedienta

-Aneka, sal por favor-

De pronto toda mi alegría se esfumo

-No- dije con voz fría

-Aneka- dijo con voz suplicante- Por favor

Empecé a notar las emociones de Riley variaban pero la que mas predominaba era la tristeza, una tristeza profunda

-Por favor-

Respire profundo varias veces y deje que la luz tocara mi cara. Las emociones de Riley eran ahora mas inestables, pasaban de la felicidad a la sorpresa y de la sorpresa al miedo. Una de las mejores cosas al ser vampiro es que puedes leer los pensamientos de otros, bueno eso al menos pienso. Lo que pasaba por su mente era: La Aneka de antes, es decir, una joven alta, rubia con el cabello largo y ondulado, delgada y con unos ojos azules y pensaba en la Aneka de ahora, su voz era suave y dulce como el repique de las campanas, su cabello era dorado, su tez se había vuelto de un tono pálido como la luna, sus extremidades eran esbeltas y fuertes y su ojos se habían vuelto de un azul como el mar. Era la criatura más hermosa que jamás haya visto, hermosa y a la vez terrorífica. A pesar de todo seguía conservando la dulzura de una niña de 15 años.

-Hola- dije

-A-aneka…e-eres tú?- tartamudeó

-Si.. sé que impresiona mucho pero…- en ese instante el corrió hacia mí y me dio un beso corto
pero dulce, muy dulce.

-No me importa lo que eres- dijo- lo que me importa eres tu Aneka… esto- tomo mi cara entre sus manos- es lo que más importa y es lo más valioso que tengo- me sonrió tiernamente

-Oh Riley- noté como las lagrimas brotaban de mis ojos hasta mis mejillas.- No llores- me dijo al mismo tiempo que me limpiaba mis mejillas

-Gracias- canturreé al mismo tiempo que me abalanzaba sobre él. Los dos caímos al suelo, noté como me empezaba a ruborizar, era la primera vez que me hallaba encima de él. Escuché por primera vez mi nueva risa, estaba tan feliz…y tan sedienta.

Tomó mi cara entre sus manos y dirigió mi boca hasta la suya, nuestras lenguas se entrelazaron y danzaban a un rítmico frenético, mientras que sus manos se paseaban por mi cuerpo llevando todo consigo, me separé un poco para que me pudiera quitar mi blusa, cuando me la logró quitar pase mi boca desde su clavícula hasta su garganta. Olía tan maravilloso que no me resistía… sentir su punto más caliente, eso me hizo enloquecer más y entonces sucedió lo inesperado. Lo mordí. Noté como Riley intentaba desesperadamente quitarme de encima pero ya era demasiado tarde, mis colmillos estaban saliendo para poder alcanzar más de ese exquisito manjar. Con la simple mordida que le había hecho solo logre hacerle un rasguño, separé mi boca de su cuello y lo volví a morder pero esta vez logré cortarle la vena y su sangre empezó a salir. Cuando Riley lo sintió de nuevo mi mordisco me obligó a quitarme de encima y sí que lo logró, me lanzo lo suficiente para que se parara y se echara a correr. No sé si lo logro gracias a que estaba débil…no me había alimentado desde que maté a mi madre y mi hermano. Había probado la sangre de Riley y una es que lo hacía, no había nada para impedirme que me bebiera la última gota de sangre que existiese en su cuerpo. Con las fuerzas que me quedaban me abalancé sobre él y lo tumbé al suelo encajándole mis colmillos en su cuello. Mientras más sangre extraía de su cuerpo mas fuerte me sentía. Cuando llegué casi a matarlo noté un ruido de arriba del puente. Eran de nuevo aquellas horribles sirenas.

-Demonios- dije para mis adentros- Riley cariño- dije acariciando su mejilla- si sobrevives a esto espero que me perdones- le di un beso en la frente y me escabullí no sin antes mirar su rostro, a pesar de estar en esas condiciones seguía conservando su hermosura.: rubio, rostro pálido casi como el mío y unos hermosos ojos color verdes. A decir verdad si él sobreviviría…él sería su compañero.

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